Todos tienen la culpa del plagio ... menos Bryce Echenique.

Mirko Lauer culpa a Internet del plagio de Bryce.

Alfredo Bryce culpa a su secretaria del plagio.

Gustavo Faverón culpa a Marco Sifuentes de hacer pública esta discusión en la blogósfera.

Al final, todos tienen la culpa, menos el plagiario. Claro ... tiene corona.

Después de un arduo día de trabajo, lo que me alegró el día fue leer la columna de Mirko Lauer, en la edición de hoy - mientras escribo estas líneas - de "La República", en la que quiere tapar el sol con un dedo.

Veamos los párrafos de dicha columna y, como dijo Jack el Destripador, vamos por partes:

El embajador Oswaldo de Rivero acaba de acusar al novelista Alfredo Bryce de
plagiarle un artículo sobre las limitaciones geo-militares de Washington en
estos tiempos. En efecto, las coincidencias entre los dos artículos son, para
decirlo de alguna manera, asombrosas. Comenzando por un mismo título: Potencias
sin poder.

Bueno. ¿Quieren leer dichos artículos? El Morsa los tiene: versión Bryce y versión Rivero. ¿Similitudes? ¿O VIL PLAGIO, SEÑORES?

En primer lugar, Mirko Lauer asume que el autor de dicho artículo es Bryce Echenique. ¿Por qué? Vaya usted a saber. Pero puede ser que atribuye la autoría por doxa.

Preguntémosle a cualquier peruano que pase por la calle. ¿A quién conocen más? A Bryce, obviamente. Un excelente artículo que tenga su nombre, por doxa, será suyo, sin importar si es que ha sido escrito por otra persona ... como su secretaria.

Veámolos desde el punto de vista de la fama de una persona. Seamos sinceros: no leemos. Muchos somos analfabetos funcionales. Entendemos "a medias". Los textos que son escritos a la luz de los manuales de estilo alemanes nos parecen un bodrio, una piedra al ojo. Y esto se incrementa con la redacción rápida que exigen los medios electrónicos.

Y, siendo estas personas acostumbradas a este tipo de lectura las que consumen el mayor volumen de diarios a nivel nacional, se les escapan fácilmente este tipo de situaciones, ya que somos una especie de lectores de titulares y autores.

Debo confesar, como muchos, que si leemos un texto escrito por Bryce Echenique, Vargas Llosa, García Márquez, Kapuscinsky o cualquier otro mounstro, lo leo y pienso que es fiel, además de ser una muestra de su genialidad. Nunca se me hubiera ocurrido que fuera una vil copia de la genialidad de otro.

Otro punto aparte es que la "argolla literaria" rápidamente cierra filas cuando se denuncia el plagio hecho por uno de los miembros de su cofradía y trata de que todo pase piola.

¿Dónde está la "vieja guardia", entonces? ¿Dónde están los mayores, que se suponen tienen que guiar a las nuevas generaciones?

Volviendo a la columna: si Mirko no puede ver que ahí hay un plagio de un chiquillo de sexto de primaria, necesita nuevos lentes.

Sigamos con el siguiente párrafo:

Que Bryce, a quien no le falta imaginación, ni formación académica, ni criterio, sea tema de estas acusaciones es sorprendente. La única explicación a la mano es que se trata de temas muy especializados, y que a la hora de informarse el novelista se haya terminado mimetizando en exceso con el texto consultado.

Si... ahora ya sabemos cómo.

No son deslices excepcionales. Siempre hay en Lima unos cuantos casos en marcha sobre plagio, real o imputado. En los años 70 este columnista insólitamente recibió de manos de su amable autor una breve tesis de economía donde buena parte de los dos últimos capítulos había sido plagiada de ensayos suyos (que luego no eran citados en la bibliografía).

A todos nos pasará alguna vez.

Si hubiera que buscar un culpable en estos tiempos, podría ser Internet, que
vuelve al texto ajeno tan abundante, el acceso tan fácil, el comando cortar/pegar tan cómodo, todo el ambiente tan virtual, que la red se convierte en la proverbial arca abierta donde hasta el justo peca, aunque sea alzando con una buena frase de un colega remoto.

¡Eh, Sr. Lauer! ¡Ya pues! ¿Nos chupamos el dedo? Claro que es facilísimo culpar a la Internet del plagio, ¿no? Como también culpar a la secretaria. ¿Dónde queda la ética, entonces? ¿Es entonces otro discurso parlamaníatico? ¿Llevamos Deontología en la universidad por las huevas?

Si tomara en serio sus palabras, en verdad, dejaría el periodismo y, en palabras de Patricia del Río, pongo una panadería ahora mismo. Porque es muy fácil culpar al otro para mantener el status quo.

¡El plagio es evidente! Tan sólo miren las fechas.

Ahora falta que Lauer nos salga con una frase como lo que dice La Cebolla.

Por otro lado, también existen personas como Gustavo Faverón, que tiene una obsesión con Marco Sifuentes, a quien culpa de todo. Creo que hasta si le falta papel en el baño refunfuña: "Es culpa de Ocram".

¿Por qué lo incluyo? Porque culpa directamente a Ocram de la aparición de nuevos casos de plagio de Bryce.

Pero, el punto central de todo este meollo vergonzozo es que es necesario que se erradique el plagio. Si, si, es lo mismo que pedir que haya paz mundial, pero, como utopía, es "posible" en la medida que se castigue este tipo de situaciones.Como dice Jomra, no importa si seas Bryce o si seas Juan Pérez: plagio es plagio aquí, en Maine y en la China.

No pedimos que cuando venga lo recibamos con un escupitajo, mismo Chilavert, ni con una sanción de la PUCP bajo el brazo, sino que acepte que su firma - ya, para ser buenos - está en un artículo plageado. Y eso es apropiación ilícita. Ahora mismo le pueden meter una denuncia y nuestro sistema penitenciario se vería beneficiado con un intelectual detrás de los barrotes.

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PD: En el Útero de Marita se está llevando a cabo una discusión muy completa sobre el tema de Bryce y el de la PUCP. Recomiendo altamente su lectura,en especial en el tema de la PUCP, en el cual no me voy a meter por cuestiones éticas: de lo que no sé, no hablo. Quien más está empapado del tema es José Alejandro Godoy.

Foto tomada de http://kevin.perromat.neuf.fr/Index.html