No creo en Dios por razones que ustedes ya saben. Pero hoy ocurrió una de las ironías más grandes que haya podido vivir el pueblo chileno. En el Día de los Derechos Humanos fallece el - según ellos - más grande genocida de su historia, el gral. Augusto Pinochet.
Como he leído en muchos blogs, he podido conocer a grosso modo toda su historia. No me he despegado de ver en TV Chile las celebraciones en la Plaza Italia y el dolor en el Hospital Militar. Escuchando las reacciones de las personas, me di cuenta de algo que el argentino Tomás Eloy Martínez expone bien en su novela "Santa Evita" y en un artículo sobre la ficción y el periodismo: que las personas ven en los personajes mediáticos no a la persona misma, sino a sus propios deseos y expectativas... o su inversa.
Los chilenos que protestan no hacen referencia a Pinochet como persona, sino a lo que representó Pinochet para sus vidas. En el ven el sufrimiento de su padre, madre o allegado desaparecido durante su régimen. No odian al dictador. El es una figura mediática que genera esos sentimientos de aborrecimiento en ellos, por su sufrimiento.
Por reacciones como estas me hacen afianzar más en mi posición de ateo y en la premisa que el ser humano es ultra-volátil(1).
Bien. Se ha muerto. ¡Bien hecho, carajo, por todo lo que hizo sufrir a los chilenos! ¿Pero alguien se ha puesto a pensar en que él también tiene familia?
La muerte es algo tan privado y tan íntimo que no merece ser puesta como caballito de batalla para todas las diversas manifestaciones pro-contra que han surgido. Obvio, la gente tiene derecho a reclamar y a decir su punto de vista. Pero, ¿no que el pueblo chileno es uno de los más religiosos en la región? ¿No les enseña su dios que deben perdonar?
"Claro... es muy fácil hablar de perdón cuando no te ha pasado a tí", me responderán algunos. Touché. Pero tarde o temprano te darás cuenta de que ningún bien te hace llorar o alegrarte por la muerte de otra persona, que también - a pesar de todo - es un ser humano que se equivoca. Y que todos algún día pasaremos por ese momento. Ahí no vale si tienes juicios o no. Igual te vas a morir.
Protesten todo lo que quieran en la Plaza Italia. Tomen chelas. Lloren (o mejor dicho, finjan hacerlo) frente al hospital y den vivas a los recuerdos opresivos que generan violencia con los que no piensan igual como ustedes. ¡Qué más da! Pero, pónganse a pensar que si les gustaría que cuando les pase a ustedes - si llegan a ser personajes públicos - les hicieran eso. Piensen en su propia familia cuando estén haciendo eso.
Sentimientos aparte... es lo más humano que se puede hacer. No es ético pagarle al otro con la misma moneda. Aprendan a perdonar.
(1) Gran descubrimiento, genio. A lo que me refiero es que el ser humano tergiversa los hechos para favorecerse él mismo. Eso es signo de cobardía.
3 comentarios:
que cosa! imposible Charlie tenia corazon! me pregunto como reaccionariamos los peruanos si se muere Fujimori.. o Abimael Guzman.. te soy sincera.. al diablo su familia!
Es un tema muuuuuuuuy delicado pero al menos ya se largó!
pd:qué bien nos ha hecho "santa evita"
Sí pues...Es verdad que, como tú mismo dices, "La muerte es algo tan privado y tan íntimo que no merece ser puesta como caballito de batalla para todas las diversas manifestaciones pro-contra que han surgido" pero tampoco olvidemos que los personajes públicos y sus familias saben que, como tales, están expuestos a los medios. Claro, esto no justifica que se ventile la vida privada de una familia que debe estar sintiendo dolor pero tampoco me parece algo que deba ser juzgado como ético o no...Al fin y al cabo (como mencionaste), los seres humanos se equivocan...
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