
Después de la tormenta, siempre viene la calma. Ahora, mientras navego en aguas más tranquilas y los antepasados cursísticos han vuelto a su original celda, de donde espero nunca más salgan, pienso mejor las cosas.
Prometo no escuchar más Estopa por un buen tiempo.
Con el Windows Media Player apagado, creo que es momento de sentarme, pensar, calmarme, agarrar el teléfono, marcar el número de mi inseparable grupo de amigos e irnos de farra hasta que regrese a mi casa como un torero antiguo de Pamplona.
Pero si pues... ando templado.
Caray...
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