Creo que muchos utilizamos este recurso para llamar la atención de los otros, a modo de un desesperado grito de ayuda para algo que nos rehusamos a enfrentar.
Y eso, sinceramente, no es ningún problema. Cada cual tiene la potestad de decidir sobre su vida y cómo arreglar sus situaciones.
En mi caso, lo veo como algo simple. Si es algo que molesta, se deja de hacer … o se busca una solución.
Muchos deben estar pensando ahora: “¡Qué fácil es decirlo!”. Yo les respondo que es aún más fácil hacerlo.
Caso aparte es con las relaciones amorosas. Estas, por coerciones sociales, son más difíciles de solucionar. Aquí le van algunos casos prácticos:
CASO # 1
La pareja te saca la vuelta, o ha pensado en hacerlo.
Reacción normal:
Si consumó el acto, enojarse y terminar. Luego, deprimirse y echarse la culpa de la infidelidad del otro. Si sólo lo ha pensado, "reforzar la marca", con su respectivo aumento de celos ante cualquier posible contendiente al amor de la pareja.
Reacción simple:
Preguntarse si es que uno se va a casar con esa persona. Si la respuesta es afirmativa, proceder de forma normal sólo si consumó el acto hasta el terminar. Luego, decidir - palabra muy importante- voltear la página y seguir por su camino. Si sólo lo ha pensado, no hacer nada... total, ¡nadie es fiel en el pensamiento!
CASO # 2
La pareja te pregunta: "¿Estoy gorda?"
Reacción normal:
Intentar esbozar una respuesta que no ofenda a la respuesta. Hacer un análisis concienzudo sobre los sentimientos involucrados en la inquisidora. Leer la estructura facial. Si es expectante, responder afirmativamente, y si es posible, adornar la respuesta con ejemplos. Si la inquisidora busca afirmación de su identidad, decir que "si" de frente. Si repregunta, mentir descaradamente. Total, siempre pensará que está gorda, no importa lo que uno responda.
Reacción simple:
Responder "si" o "no", según sea el caso.
CASO # 3
La pareja quiere salir a una fiesta a la cual tú sabes que te sentirás incómodo.
Reacción normal:
Crear mil y una excusas sobre el por qué no ir. Al momento de la decisión, hacer un análisis sobre el posible impacto a la dicotomía amor-sexo y - como siempre el sexo tiene las de perder - tragarse el orgullo y ceder ante la presión de los "ya pues" que dirá la pareja. En la fiesta, hacer dotes de su capacidad actoral y fingir que la está pasando bien. Además, abusar de las idas al baño, que será el refugio de las miradas calificadoras de ese entorno conflictivo hacia uno.
Reacción simple:
Decir la verdad e invitarla a que le cuente sobre los pormenores de la fiesta al día siguiente. Abrir una cerveza y ver qué están pasando en ESPN o en Fashion TV, según sea el caso... y si tiene cable, obviamente.
CASO #4
Te olvidaste de la fecha de aniversario de la pareja.
Reacción normal:
Inventarse una enfermedad mental masiva que afecta sólamente a las fechas importantísimas. De inmediato, conseguir el primer regalo que se le encuentre e inventarse un significado simbólico del regalo. Esperar que la pareja se crea el cuentazo y respirar tranquilo.
Otra manera es decir: "Mañana llega tu regalo. Es que lo he mandado a traer desde Transilvania". Nunca falla.
Reacción simple:
"Un mes más... un día más... un año más... ¿cuál es la diferencia? ¿Es tan importante cuánto tiempo nos venimos aguantando o es más importante aún el hecho que estamos juntos?"
Después de enunciar eso, espere una cachetada y prosiga con lo siguiente.
"Te llevo a comer".
CASO #5
Diferencias al momento de escoger una película. La mujer quiere ver una película cursi y el hombre quiere ver una película de acción. Típico dilema entre parejas que me ha causado la catastrófica decisión de no llevar a mi enamorada al cine.
Reacción normal:
Cederle la preferencia a la pareja. Total ... me puedo aguantar dos horas de cursilerías al tope, en donde se explota la idea de Candy y Terry.
Reacción simple:
"Que la moneda lo decida". Obviamente, se lanzará tres veces. El azar nunca falla.
Otros casos más... después de los comerciales.
¡¡¡ADVERTENCIA!!!
A muchas mujeres no les gusta este tipo de reacciones, debido a que por la mala influencia de Candy y Barbie - mis dos grandes enemigas - las han malacostumbrado a que nosotros tenemos que encajar en su modelo de Terry, Anthony o Ken ... sin olvidar al Abuelo Williams, por supuesto.
Piensan que somos cavernícolas por actuar así.
Pues no ... somos cavernícolas ilustrados.
(*) Tomado del libro del futuro periodista Christian Manrique, "Ética para el Castor: El Arte del Buen Gileo". De venta a pedido, al módico precio de S/. 30 soles.
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