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Mi padre conoció muy de cerca a Valentín Paniagua. Es más, hasta estuvo en la lista de profesionales, cuando él era el Primer Vicedecano del Colegio de Contadores de Lima, que podrían apoyar para realizar en plan de gobierno en materia económica de la agrupación Frente de Centro.
Valentín era un hombre de grandes ideales… con pequeña estatura. Al igual que el arquitecto Fernando Belaúnde, tenía al Perú como doctrina. Pero había algo que siempre había permanecido intacto: los mismos que empezaron en la campaña hace cincuenta años seguían estando en la del 2006.
Una de sus grandes preocupaciones fue que, con el pasar de los años, la plata comenzó a surgir de las fibras capilares de los líderes del partido. Cada vez las arrugas se veían más pronunciadas y la joroba apareció hasta tal punto que la única diferencia entre el local de Paseo Colón y Canevaro era que los primeros no estaban seniles.
Carente de renovación biológica, la lenta agonía de Acción Popular se incrementa…
Murió el arquitecto que tuvo al Perú como ideario.
Murió el mejor presidente desde Ramón Castilla.
En los últimos años, sólo se han inscrito menos de 150 jóvenes en el partido.
¿Y ahora quién lidera? ¿Qué viene? ¿Vitocho? ¿Lescano?
¡Hazme el favor!
El me contaba sus conversaciones con Paniagua. Dice que le llegaba a la altura del hombro. Un poco menos, quizá. Cuando fue al Colegio, tuvieron que mandar a hacer banquillos para todos, porque el ex–presidente no llegaba al piso. Le colgaban las patas.
Fuera de lo anecdótico, Valentín siempre tenía esta preocupación en mente. “Pura cabecita blanca hay en los congresos del partido”. Si yo hubiera estado ahí, le hubiera dicho: “Pero al menos tienen pelo…”. Estoy muy seguro que se hubiera reído…
Pero tiene mucha verdad. No hay renovación. Los jóvenes simplemente no nos interesamos en la política. Para muchos, nos parece muy cochina y asquerosa. También tediosa. Uno tiene que tener vara para poder acceder a ella y “disfrutar” de las horas de sueño mejor pagadas del mundo. Pregúntenle a doña Martha Hildebrandt.
Acción Popular intentó reunir gente para las últimas elecciones. Por eso se propició el Frente de Centro… ¡porque no tenían la suficiente fuerza para ir al rodeo! Era como si trataras de enfrentar a tu abuelita contra un luchador de la WWE en Hell in a Cell. ¡No te pases, pues!
Somos Perú, fiel a su corruptísimo líder, se aprovechó de esta situación. A Alberto Andrade no le importaba si es que ganaban. El quería su curul. Y así se aprovechó vilmente de las aspiraciones del partido más probo – por descarte, porque no hay otro – que existe hasta ahora.
El APRA y AP son los partidos tradicionales que aún se mantienen vivos en nuestro país. El primero, como los estúpidos y las cizañas, nunca perecerán. Ni con insecticida. Mas los segundos… al parecer ya tienen las horas contadas.
No digo que Acción Popular sea la salvación del país. Está lejos de serlo, ya que todos están viejos y reciclados (sin ofender, por supuesto).
Cierto. No hay renovación. Y no es culpa de ellos. Es culpa de nosotros, los jóvenes, que no nos interesamos por nuestro país.
Yo soy simpatizante de AP. Creo en el Perú como doctrina. Creo en el ideario de Belaúnde. Acepto que tuvo crasos errores en sus dos gobiernos.
Tengo el orgullo de decir que mi partido – por afinidad, mas no por propiedad ni por ser correligionario – tuvo al mejor presidente que hemos tenido en la historia republicana. Un presidente de derecha con un gabinete de izquierda y centro. Ese Consejo de Ministros nunca más se va a volver a ver.
Tengo el orgullo de decir que mi partido luchó por la democracia, aunque muy en el fondo creo que no sirve para un país que no tiene cultura de opinión, ya que sus decisiones se basan en psicosociales aprista-fuji-nacional-montesinista.
Jóvenes vasófilos que me leen, que son escasísimos:
Déjate de huevadas y haz algo por tu país… que tus estúpidos tonitos de sábado en Barranco y Miraflores no te van a llevar a nada.
Valentín era un hombre de grandes ideales… con pequeña estatura. Al igual que el arquitecto Fernando Belaúnde, tenía al Perú como doctrina. Pero había algo que siempre había permanecido intacto: los mismos que empezaron en la campaña hace cincuenta años seguían estando en la del 2006.
Una de sus grandes preocupaciones fue que, con el pasar de los años, la plata comenzó a surgir de las fibras capilares de los líderes del partido. Cada vez las arrugas se veían más pronunciadas y la joroba apareció hasta tal punto que la única diferencia entre el local de Paseo Colón y Canevaro era que los primeros no estaban seniles.
Carente de renovación biológica, la lenta agonía de Acción Popular se incrementa…
Murió el arquitecto que tuvo al Perú como ideario.
Murió el mejor presidente desde Ramón Castilla.
En los últimos años, sólo se han inscrito menos de 150 jóvenes en el partido.
¿Y ahora quién lidera? ¿Qué viene? ¿Vitocho? ¿Lescano?
¡Hazme el favor!
El me contaba sus conversaciones con Paniagua. Dice que le llegaba a la altura del hombro. Un poco menos, quizá. Cuando fue al Colegio, tuvieron que mandar a hacer banquillos para todos, porque el ex–presidente no llegaba al piso. Le colgaban las patas.
Fuera de lo anecdótico, Valentín siempre tenía esta preocupación en mente. “Pura cabecita blanca hay en los congresos del partido”. Si yo hubiera estado ahí, le hubiera dicho: “Pero al menos tienen pelo…”. Estoy muy seguro que se hubiera reído…
Pero tiene mucha verdad. No hay renovación. Los jóvenes simplemente no nos interesamos en la política. Para muchos, nos parece muy cochina y asquerosa. También tediosa. Uno tiene que tener vara para poder acceder a ella y “disfrutar” de las horas de sueño mejor pagadas del mundo. Pregúntenle a doña Martha Hildebrandt.
Acción Popular intentó reunir gente para las últimas elecciones. Por eso se propició el Frente de Centro… ¡porque no tenían la suficiente fuerza para ir al rodeo! Era como si trataras de enfrentar a tu abuelita contra un luchador de la WWE en Hell in a Cell. ¡No te pases, pues!
Somos Perú, fiel a su corruptísimo líder, se aprovechó de esta situación. A Alberto Andrade no le importaba si es que ganaban. El quería su curul. Y así se aprovechó vilmente de las aspiraciones del partido más probo – por descarte, porque no hay otro – que existe hasta ahora.
El APRA y AP son los partidos tradicionales que aún se mantienen vivos en nuestro país. El primero, como los estúpidos y las cizañas, nunca perecerán. Ni con insecticida. Mas los segundos… al parecer ya tienen las horas contadas.
No digo que Acción Popular sea la salvación del país. Está lejos de serlo, ya que todos están viejos y reciclados (sin ofender, por supuesto).
Cierto. No hay renovación. Y no es culpa de ellos. Es culpa de nosotros, los jóvenes, que no nos interesamos por nuestro país.
Yo soy simpatizante de AP. Creo en el Perú como doctrina. Creo en el ideario de Belaúnde. Acepto que tuvo crasos errores en sus dos gobiernos.
Tengo el orgullo de decir que mi partido – por afinidad, mas no por propiedad ni por ser correligionario – tuvo al mejor presidente que hemos tenido en la historia republicana. Un presidente de derecha con un gabinete de izquierda y centro. Ese Consejo de Ministros nunca más se va a volver a ver.
Tengo el orgullo de decir que mi partido luchó por la democracia, aunque muy en el fondo creo que no sirve para un país que no tiene cultura de opinión, ya que sus decisiones se basan en psicosociales aprista-fuji-nacional-montesinista.
Jóvenes vasófilos que me leen, que son escasísimos:
Déjate de huevadas y haz algo por tu país… que tus estúpidos tonitos de sábado en Barranco y Miraflores no te van a llevar a nada.
Con un sólo himno
El de la patria.
Con una sola bandera
La del Perú.
Con un solo lema
ADELANTE
PD: Alan, si vuelves a decir esas palabras, juro que te reviento las bolas con tu propio zapato. Tremendo insulto tuyo que en el funeral de nuestro líder digas las palabras que SÓLO ESTÁN RESERVADAS PARA ÉL.
PD: Alan, si vuelves a decir esas palabras, juro que te reviento las bolas con tu propio zapato. Tremendo insulto tuyo que en el funeral de nuestro líder digas las palabras que SÓLO ESTÁN RESERVADAS PARA ÉL.
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