- ¿Cómo es eso que ya no me quieres? - me preguntó indignada.
- Es en serio, Paula. Ya no te quiero. Ni tu tampoco me quieres.
Mientras decía esas palabras, en mi mente cruzaron, cual slideshow, todos los buenos momentos que pasamos juntos. Aquellas veces que juntos caminábamos por el parque, tomados de las manos, fumando un cigarro feliz, sin importar lo que la gente decía cuando de repente, tras de cualquier cosa, consumíamos nuestro amor de cualquier forma ... o pose. Recorde aquellas veces en las que ella venía a mi lado y me decía: "Idiota. No sé por qué te quiero, si eres un pavazo".
Pues... si. Era una especie de amor hardcore. Estábamos acostumbrados el uno al otro. Siempre habíamos estado ahí en cada recaída amorosa, en cada pensamiento, en cada bar... en cada pensamiento desde el fondo del vaso.
- Entiende, maldita sea. Esto ya es un capricho.
Por un momento, ambos suspiramos.
- Sabes que yo aún te amo - me dijo con esa voz tierna que hacía caer cualquiera de mis argumentos.
- Si me amaras, como dices... entonces no te hubieras ido.
¿Por qué a veces somos tan estúpidos, digo yo? ¿Por qué nos aferramos a aquello que conocemos y no nos aventuramos a decepcionarnos, pero con otra persona?
¡¿Por qué carajo le dije eso?!
La respuesta sale a la luz de manera automática. Porque en el fondo, bien en el fondo, nunca me había recuperado de su partida.
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2 comentarios:
Brother, yo pienso que no la deberias dejar ir. Existen muchas formas de amar, la de ustedes es distinta a muchas, pero es su estilo. Disfruta lo que tengas hasta donde puedas.
Un abrazo
PablO.
espera y veras la parte IV y V ... esto no termina bien.
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