El día de ayer el Congreso de México, considerado uno de los paises más católicos del mundo, despenalizó la práctica del aborto, a pesar de recibir duras críticas por parte del Vaticano, que incluso llegó a llamarlos "terroristas de la vida".
Según lo acordado por la oposición, se ha decidido modificar el Código Penal para que el aborto no sea ilegal hasta después de las 12 semanas de embarazo, dándole el poder de decisión a las mujeres sobre su cuerpo.
Quienes se oponían eran directamente el papa Benedicto XVI, quien fue acusado por la oposición de tratar de inmiscuirse en asuntos de Estado, y siendo el representante legal de un Estado, no podía tratar de usar sus influencias mediáticas e ideológicas - tales como el catolicismo o sus adjetivos medievales - para socavar las intenciones de una medida que podría beneficiar a muchos.
Sin embargo, Angelo Amato, secretario de la Congregación de la Doctrina de la Fe - aquellos que hace un momento eliminaron el "limbo", demostrando que el cielo y el infierno, así como la esencia de la salvación del hombre según el catolicismo no es más que una cuestión ideológica modificable, así como la Biblia, entre otros - llamó a las clínicas abortivas lucrativas como una especie de "mataderos de seres humanos".
Además, se pronunció en contra del aborto - "terrorismo con rostro humano" (alguien debe recordarle a la Inquisición) - y a la eutanasia - acto de piedad o para él: "término para atenuar la muerte con dignidad".
Lo que más molesta de esta intromisión católica es el derecho que ellos mismos se atribuyen de pontificar sobre el deber ser del ser humano, cuando de por si ellos no son tan "santos" que digamos. Debemos recordar sus pasados crímenes contra la humanidad (Cruzadas, Inquisición, venta de indulgencias y manipulación mediática) y deben comenzar a dejar de apropiarse del cuerpo de la mujer, ya que ellas tienen al final la decisión de hacerlo o no.
¿Por qué todas las religiones sienten que tienen derecho sobre las libertades individuales de las mujeres, en especial en sobre decidir sobre su propio cuerpo?
Además, para rematarla, el purpurado Amato - uno de los más poderosos de la Iglesia - declaró que la única salida a toda esta senda del pecado es vivir una vida conforme al evangelio y una vida cercana a dios. Osea, con esto demuestra un punto: si todos los seres humanos decidimos dedicar nuestra vida a dios, tal como lo manda el evangelio y escucháramos su llamado, nos volveríamos curas, célibes y la humanidad se extinguiría por falta de la pecaminosa "reproducción".
¿Qué es mejor? ¿Un bebé no deseado, concebido en una violación o resguardar la vida de la madre, que podrá rehacer su vida? ¿Por qué tiene que meterse alguien que no sabe lo que es sentir que una vida nace por su descendencia y pontificar sobre ello?
Yo estoy a favor del aborto como una decisión para resguardar la vida y futuro de la madre y, como tal, es decisión suya. Un bebe no tiene la culpa que sus padres sean unos tarados y sea no deseado. ¿Debe sufrir hambre? No. ¿Los padres deben echar por tierra su futuro por un error que puede ser subsanable? No. Les servirá de lección. Y, si no, pues que los castren.
Cierto que el aborto debe ser permitido, pero también regulado. Las medidas correctivas deberían indicar a que una persona pueda realizar una cierta cantidad de abortos bajo la supervisión de un médico y firmando una carta penal que sea efectiva según la razón aducida para realizar el acto, cosa que si vuelve a cometer un "error", sea penalizada.
Concientizar que el aborto no es otro "método anticonceptivo" es algo que debemos empezar. Además, los seres humanos son inteligentes por defecto: aprenden del error si es que tienen la suficiente inteligencia social y racional para hacerlo. Pero no deberíamos escuchar a personas que nunca pasarán por ese sentimiento.
En resumen, el aborto debe ser permitido, pero controlado. No hay que ser fatalistas ni sacar la carta del "Diablo". Ya estamos muy grandes para creer en el Cuco. Además, si bien los purpurados tienen una buena intención - por defecto -, ellos sólo se basan en la fe, que es algo intangible, discutible y, hasta cierto punto, increíble.
Más información en el Milenio y Telam.
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